Mi pequeña historia deportiva empieza cuando a penas contaba siete años. Yo entonces residía en una maravillosa ciudad llamada Friburgo en el estado de Suiza. La recuerdo con mucho cariño, pues allí pasé gran parte de mi infancia, y fueron muy bonitos aquellos años.

Mi hermana mayor empezó a ir a una academia en la que impartían clases de Judo. Yo la acompañaba siempre, y poco tiempo después mis padres me apuntaron.

Al tiempo mi hermana dejó de asistir, y claro, yo también.

Luego practiqué todo tipo de deportes, ya que en Suiza en los años setenta, que fue cuando yo estuve, el deporte era ya una asignatura obligada en la escuela, y eso es un hábito que se debe inculcar al niño desde bien pequeño.

Cuando mis padres decidieran regresar a España, y con casi catorce años, me apunté a practicar boxeo en el club Peset, que era muy renombrado por aquellas fechas. Éste se encontraba en el barrio donde yo vivía (barrio del Carmen). Después de una pequeña temporada y de recibir más de un golpe en la cara, y ver que eran realmente duros aquellos entrenamientos opté por cambiar y volví a otros deportes de equipo.

Ya rozando los 18 años me empezó a gustar otro deporte llamado Taekwondo, y aquí volví a empezar de nuevo, y esta vez no lo dejé hasta la fecha. Estuve por primera vez en la calle Matías Perelló, con el maestro Chang. Después cambié a un gimnasio en Alboraya con un profesor llamado Torres, alumno de Kim, Artes Gráficas, y después con el que para mí fue mi verdadero iniciador en la disciplina del arte del Taekwondo. Me refiero a mi buen amigo Fernando Guerrero.

Una vez teniendo el cinto azul, conocí al maestro de Fernando. Eduardo Martín, era de una escuela dura: la escuela Holandesa. En aquella época poca gente entrenaba como lo hacíamos en la súper-escuela Maeng-ho de la calle Rugat de Valencia. Allí me inicié en el Full-Contact que Eduardo había traído a su paso por Holanda y así fue como empecé en los deportes de contacto. Ahora sí tenía una buena edad para ello y sí tenía clarísimo qué era lo que quería hacer.

Fueron unos años maravillosos con una gente inolvidable, con un grupo de amigos que hicieron que aún ahora, al escribir este pasaje me emocione. De verdad volvería a repetir todas aquellas historietas que vivimos aquellos años.

Deportivamente también tuve una buena racha con cuatro títulos nacionales en tres modalidades distintas, un campeonato del mundo que gané en los Estados Unidos y un sinfín de participaciones en veladas, trofeos, campeonatos, exhibiciones, cursos, etc.. Fue realmente muy positivo, tuve la gran suerte de viajar mucho y conocer a grandes personalidades del mundo del deporte y también tuve la oportunidad de hacer muchas amistades que aun hoy conservo.

Después de una larga temporada con Eduardo y ya cerca de los 28 años decidí emprender mi propio camino. Estuve dos años dando clase en un gimnasio llamado Sierra. Luego tuve la gran suerte de conocer a la que hoy en día es mi mujer y ella me animó a crear mi propia escuela. Haciendo caso de sus consejos, decidimos hacerlo en Benetusser, y así llevamos ya 15 años trabajando en pro del deporte y de la vida sana.

Sobre mi currículum deportivo he estado pensando qué era lo mejor, si poner todos y cada uno de los títulos, diplomas, certificados, nominaciones, etc. que he ido acumulando a lo largo de tantos años, o ser más como soy y decir solamente que de nada sirve tener mucho si no se sabe compartir y de nada sirve saber mucho si no se sabe transmitir. Con ello quiero sólo decir que los que han estado conmigo en algún momento saben de mi profesionalidad y entrega tanto a nivel deportivo como personal.

Un saludo de un enamorado del deporte.

Juan José Manzanera
 
 
 
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